Una vez un conejo contemplaba el cielo mientras caía la noche sobre la verde pradera.

 

Los primeros rayos de la bella luna iluminaron sus sueños y tocaron su alma.

 

El conejo exclamó:

— ¡Oh, hermosa dama que engalanas la noche con tu belleza, qué daría yo por poder contemplar el mundo tal como lo haces tú aunque sea por un momento!

 

La luna escuchó el llamado del conejo y le susurró:

— Querido amigo, la magia de tus sueños te llevará a donde desees si lo anhelas con el alma.

 

El conejo muy ilusionado cerró sus ojos por un momento y, al abrirlos de nuevo, logró ver una esfera que irradiaba un intenso color azul y preguntó:

— ¿Qué es esa hermosa esfera, bella señora?

 

La luna le contestó:

— Esa esfera es tu hogar; la pasión que hay en tu alma te trajo a mi lado para que pudieras contemplar la belleza de tu mundo desde una perspectiva diferente.

 

El conejo, un poco confundido, le preguntó:

— ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo un ser tan pequeño como yo logró llegar hasta aquí?

 

Con una sonrisa, la luna le respondió:

— Querido amiguito, lo importante es el tamaño de tu alma y tus ilusiones. Date cuenta que el poder de tus sueños te puede llevar a lograr hasta lo que crees imposible.